Otras cantantes españolas han probado ya la experiencia de coquetear con la música francesa, entre ellas quien ha logrado mejores resultados y repercusión es sin duda Luz Casal. Ahora toca el turno a Sole Giménez, quien de manera valiente graba la mitad del repertorio de su disco más reciente en su lengua original, sin lugar a dudas, una prueba de valentía sobre todo si se considera que llegarán las inevitables comparaciones, respecto a las versiones originales. Sin embargo, todo escucha liberado de prejuicios sabrá contextualizar: se trata de canciones traídas de hace décadas, grabadas por una voz madura pero jovial, que les da nueva vida y color, renovando el sentimiento.
Sole sabe que además de un reto es un honor hacer parte de su repertorio las canciones emblemáticas de Edith Piaf, Jacques Brel o Charles Aznavour, los iconos de la música francesa, y además lo hace con el debido respeto. Y no es para menos que Sole quiera vestir estas canciones y apropiarlas por un derecho de autenticidad, pues nos encontramos ante una de las voces más versátiles de la música contemporánea hispanoamericana: ha buceado entre el funk, el blues, el bossa nova, el rock latino, el soul, el pop, la samba y el jazz, como pocas cantantes han logrado sin ser catalogada de repetitiva o poco original. No sabemos si con este trabajo Sole rompa las fronteras del lenguaje, pero sin lugar a dudas llegará a los oídos que tenga que llegar para emocionarlos por vez primera, y a muchos, de nueva cuenta.
Sole se arropa en las canciones que “toma prestadas” para recrearse a sí misma. Hay que notar que en este nuevo contexto vuelve a insertar La vie en rose canción que había interpretado ya en su álbum debut de 2004 Ojalá, entonces con una intencionalidad de pop eléctronico, y que ahora suena sumamente distinta con un aire que hace recordar por momentos el tango de la Patagonia, curiosamente en el disco con el sonido más francés de su trayectoria. Para muestra otros botones del pasado: canciones como Guitarra y voz, Esperaré o Aquellas pequeñas cosas las ha regrabado en su etapa solista, sin llegar a idénticos resultados de sus primeras incursiones, varios años atrás. Quien no entienda el valor de Sole como intérprete en constante búsqueda, está simplemente ajeno a un punto de apreciación auditiva en el cual se identifica la evolución contenida en los sentimientos, ya que un mismo texto puede tener diferentes resultados sonoros en la misma persona, en la misma voz, en distintas etapas de su vida.
Entre el nuevo ramillete de canciones destacan en una primera escucha los temas más lúdicos La mala reputación y Je ne veux pas travailler, en los que es notorio el disfrute de la ejecución vocal, como antes la percibimos en Aguas de marzo, Volando voy o El manisero. El punto de identificación y gran alcance lo logra un tema como El himno al amor, en el que el idioma español y una instrumentación que nos recuerda una marcha engrandece ciertos momentos de la sensibilidad del enamorado. Nada tan volátil ni más perdurable que el amor, “gorrión rebelde que nadie puede enjaular”, tema más constante en esta nueva entrega. En Habanera de Carmen Sole nos recuerda esas contradicciones: “uno habla bien y el otro callará / y es al otro al que yo quisiera / y no ha dicho nada… y me gusta más”.
Aquella tarde nos recuerda que Sole aún tiene mensajes por transmitir como compositora y letrista, y que además puede adaptarse a cada momento, ya que esta canción inédita entra en perfecto camuflaje con el sonido y el concepto de un disco que homenajea la música francesa. Ne me quitte pas es revisitada con un nuevo beat, a un ritmo que confirma algo: el buen arte es imperecedero y digno de ser retomado para transmitirse entre aquellos que no han sido alcanzados por el tiempo original de la obra. Además de Brel, Piaf, la dama de la música francesa por excelencia, es retomada en Je ne regrette rien, un canto al orgullo por ser quien se es sin temor a afrontar el cambio, siempre abanderado por el corazón. La música vuelve a cantar por boca de mujer.
Por último quiero mencionar el tema que abre el repertorio y es además el primer sencillo que se desprende del disco: La bohème (original de 1966), donde Sole nos hace viajar con su voz a la geografía francesa de los artistas típicos del imaginario: los errantes y despreocupados, que viven al día, recorren las calles y celebran con desenfado la venta de un lienzo o el contrato de un concierto, pero que en contraparte, también remite a la nostalgia de lo que con los años desaparece. En plena era digital, estamos sedientos de una vida más tangible y menos inmediata, Sole lo vuelve a plasmar en este nuevo proyecto, congruente una vez más con la integridad de su persona y nos lo transmite, paradójica y curiosamente de manera intangible: con su canto. Es otra oportunidad de sumarnos a ese viaje, de empaparnos de una aventura con la experiencia del marinero pero con la ingenuidad del polizón, de sabernos una vez más en velero seguro pero con la incertidumbre de la tierra que habremos de pisar. Como canta Fito Páez “lo importante no es llegar, lo importante es el camino”. Sole nos invita a navegar con ella y recorrer de nueva cuenta geografías que quizá en otra vida nos emocionaron. Bon voyage et merci Sole, pour accompagner notre solitude.
*Fotografías tomadas del facebook oficial de Sole Giménez
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